Vivimos una época de gran inestabilidad económica, política y social. A la aparición de nuevas variantes del Covid-19 tenemos que añadir tensiones geopolíticas como la crisis de Rusia y Ucrania. Y, además, se cierne la “amenaza” de la Reserva Federal de los Estados Unidos del incremento de los tipos de interés en varias tandas a lo largo de año de cara a mitigar la elevada tasa de inflación. Aunque respecto a este último punto debemos de matizar que por el contrario el Banco Central Europeo no contempla subidas de tipos de interés en el corto plazo.
Todas las variables anteriores, hacen que, en su conjunto, estemos atravesando una situación de gran incertidumbre. Y no hay nada que le guste menos a un inversor que la incertidumbre.
Además, de todo lo anterior, tenemos que tener en cuenta también la aparición de nuevas formas de inversión que están alcanzando una importante repercusión. Por un lado, tenemos el auge de los brókeres internacionales online que permiten a un pequeño inversor adquirir acciones o todo tipo de productos financieros con un solo clic desde su dispositivo móvil. Y cómo no, tenemos que mencionar la nueva forma de inversión por excelencia, que son las criptodivisas.
A pesar de todo lo mencionado anteriormente, y a que en los últimos años la captación de capital por parte de las compañías gestoras de fondos de inversión se había incrementado de forma notable, (por lo que hubiera cabido esperar una reducción para el año en curso), la realidad es que la entrada de capital en fondos de inversión actualmente sigue siendo elevada.
Las nuevas tecnologías han propiciado por un lado la aparición de nuevos productos financieros en los que invertir, sí. Pero a su vez, también han generado que la inversión en fondos de inversión nunca haya sido tan fácil y sencilla cómo actualmente. Y, ello, ha repercutido en que se abra una gran diversidad de opciones donde poder invertir.
Actualmente podemos optar entre una elevada oferta de distintos fondos de inversión.
Aparte de la clásica elección entre renta variable o fija, ahora con el auge de la gestión indexada (hasta hace poco vetada para el inversor minoritario) tenemos la opción de elegir entre gestión activa o pasiva. Es más, la aparición de los “neobancos” y las “Fintech” ha permitido la inversión indexada a través de “roboadvisors” o gestor de carteras automatizado.
También tenemos a nuestro alcance una gran diversificación donde poder invertir. Desde invertir en mega tendencias (realidad virtual, Big Data, vehículos eléctricos, el metaverso……) hasta poder invertir en REITS. Y todo ello, sin necesidad de tener que invertir grandes cantidades (ni salir de casa).
Quizás los mayores competidores actualmente de los fondos de inversión sean los ETF (Exchange-traded fund) o fondos de inversión cotizados, pero debido a su desventaja fiscal con respecto a los fondos de inversión todavía no suponen una amenaza real en nuestro país.
Y hablando de fiscalidad, tenemos que mencionar la gran ventaja de los fondos de inversión con respecto a la inversión directa en acciones o los mencionados ETF. El poder traspasar el importe invertido de un fondo a otro sin tributar las plusvalías generadas hasta el reembolso definitivo supone un gran incentivo, algo de notoria relevancia actualmente por la actual incertidumbre mencionada anteriormente.
El poder tomar decisiones de asset allocation (reasignación de nuestra cartera o portfolio) sin tener que tributar por ello cobra vital importancia.
En definitiva, ya sea en su versión conservadora a través de renta fija o más volátil invirtiendo en renta variable, los fondos de inversión gozan de una gran salud actualmente como opción donde poder invertir capital.
Raúl Bartolomé Poy